miércoles, 21 de mayo de 2014

LOS EXTREMOS SE TOCAN


LOS EXTREMOS SE TOCAN
Por Leonardo Díaz
Astrólogo Metafísico

En metafísica se estudia la Ley de Polaridad.  Este principio establece que; “Todo es dual, todo tiene dos polos, todo su par de opuestos. Estos opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado. Los extremos se tocan.”

Un ejemplo sencillo de este principio lo observamos en la naturaleza. El calor y el frío aunque parecen ser dos cosas diferentes son realmente una misma cosa, temperatura. La diferencia es solo cuestión de grados. Si observamos un termómetro no podemos definir donde realmente acaba el frío y comienza el calor o viceversa. Ni el calor ni el frió existen por si solos, pero colocados uno frente al otro resultan opuestos. Si agregamos o quitamos grados puede convertirse el uno en el otro, todo depende de su relación. 

Los pares de opuestos se encuentran en todo, frío–calor, negro–blanco, oscuridad–luz, este–oeste,  norte–sur, odio-amor, pasivo-activo, la lista de opuestos sería interminable.

La metafísica nos enseña que los aspectos negativos de esta dualidad pueden ser transformados en su opuesto positivo. A esta transformación se le llama trasmutación metafísica. La trasmutación metafísica se logra mediante lo que conocemos como tratamientos metafísicos.

En el cristianismo, especialmente el catolicismo, encontramos manifestaciones de esta práctica, San Francisco de Asís en su oración “Señor, haz de mí un instrumento de tu paz”, nos enseñó el principio de trasmutación mediante la afirmación positiva.

En los tratamientos metafísicos nunca se niega, rechaza o combate aquello que no deseamos, la trasmutación se logra en afirmar lo positivo, integrando la energía sin negar, solo así se transforma. No se trata de destruir al opuesto, sino de transformar mediante la trasmutación amorosa. Todo tratamiento metafísico de trasmutación se basa en la integración, ya que aquello que combatimos, negándolo se fortalece y en algún momento de la vida, surgirá desde las sombras de nuestro inconsciente, esto ocurre tanto en lo individual como en lo colectivo.

Si tomamos un  camino hacia el este negando el oeste, en algún momento nos encontraremos en el oeste que tanto negamos. Al negar o combatir algo, corremos el peligro de que un día descubramos que nos hemos convertido en aquello que tanto combatimos. Negar, odiar, discriminar, rechazar, apartar, separar, amenazar, suprimir, destruir, aniquilar al otro, se convierte en una energía que fortalecerá y desarrollará aquello que combatimos. 

La Ley de polaridad enseña que los extremos se tocan. Sin embargo esto no ocurrirá si en lugar de buscar la destrucción del otro polo, lo atraemos y trasmutamos mediante la alquimia del amor y la integración.

Cuando observamos el amor y el odio,  parecen dos sentimientos irreconciliables y opuestos, pero ambos son una cosa, sentimiento, pero funcionando en polos opuestos. No existe amor absoluto ni odio absoluto, igual que el termómetro, es cuestión de grados. Partiendo de un polo en dirección a su opuesto podemos encontrar el otro polo. Partiendo del odio, podemos encontrar menos odio… hasta estar en el amor o viceversa. El odio comienza a transmutarse en amor. 

Es conocido popularmente que cuando una pareja de enamorados rompe y comienzan a manifestar odio el uno por el otro, lo que realmente ocurre es que ese inmenso amor que existe se ha polarizado manifestándose como odio, y esa pareja puede salvar su relación, pues existe un sentimiento, una energía entre ellos. El odio es amor.

Polarizarse es muy peligroso, tanto para el individuo como para la sociedad. En el universo todo es energía. Aprendamos a transformar sin negar.